Esta noche, el Brujo ha desplegado su magia hechizando al público de Puente Genil. Asistir a un espectáculo del Brujo es una experiencia única. Es uno de esos artistas a los que hay que ver, en carne y hueso.
Es un clown que comienza diciendo: "Anoche soñé con el Paraíso y que Dulcinea me entregaba una rosa..." Una rosa hecha de sonrisa y poesía a partes iguales que el Brujo multiplica por mil y reparte entre espectadores complacidos que no quieren perderse ni una palabra de su monólogo (hora y media solo interrumpida por carcajadas, aplausos y silencios elocuentes).
Escenario sobrio, vestuario audazmente sencillo (camisola roja de juglar-payaso sobre un fondo negro flanqueado por cinco candiles). Palabras, gestos, poesía, hondo amor por la obra magna de Cervantes y mucho cariño al público. Poco más. Nada menos.
Bravo, Brujo, bravísimo!!
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