Dos decenas de espectadores acudimos ilusionados al Teatro Circo: "Los "cosacos del Cáucaso" bailan esta noche..."; "Sí, la taquilla abre media hora antes"; "¿Quedamos a menos cuarto?"; "¿Primera fila? ¡Estupendo!..."
Lamentablemente, la representante de la compañía estima que no es rentable la representación y decide suspender la actuación. La decepción del público queda eclipsada por la tristeza dibujada en los rostros de los bailarines.
Confiamos
en que el próximo año, la programación del Teatro Circo no se solape
con un evento deportivo televisado (desafortunada coincidencia con un
partido de fútbol). O que, al menos, se dé la publicidad que merece a
una compañía de este calibre. Veamos: el cartel publicitario de fondo negro no destacaba en los PICs; en Internet no se encontraban reseñas; la "chivata del
pueblo", en lugar de publicitar al Ballet ucraniano, anunciaba una
película de serie B en el anfiteatro de Los Pinos... De hecho, todo el que se enteró al día siguiente lamentó no haber ido al Teatro Circo por falta de información.
Inolvidables las caritas de las bailarinas tras el telón. Rostros blancos orlados de flores, con un rayo de tristeza en los ojos muy claros. Impresionante la presencia de los cosacos, con sus botas y pantalones abombados. Pies dispuestos a bailar y rostros rubicundos, decepcionados...
Querido Rafa Sánchez, gracias una vez más por tu esfuerzo callado y tu pasión contagiosa por la música . Si no conseguiste llenar el Teatro Circo hoy, seguro que no fue porque no lo intentaste. Seguro que la próxima noche, aplaudirán hasta las estrellas del río...
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